¿Será que llegó el otoño? Se abrochó bien los botones del abrigo, cerró la puerta de casa y empezó a caminar. Una hoja seca cayó delante suyo en la vereda. Vio a lo lejos un remolino pequeño de aire, y sintió un escalofrÃo. Miró el cielo. Azul, despejado y con sol, pero triste entre los árboles dormidos. Se miró los zapatos. Observó sus manos secas durante un rato; manos de pianista, pensó. Y siguió caminando. Recordó que era domingo.
Se metió las manos en los bolsillos mientras pasaba por un parque donde conversaban unos chicos. Cuando llegó al puerto habÃa algunas familias paseando al sol, barriletes, olor a praliné y perros sonrientes que jugaban con pelotitas rojas.
Y empezó a volver a su casa.
De golpe se sintió viejo y cansado, desilusionado, solo. Se sintió muy solo.TenÃa 20 años. Revisó su vida con un vacÃo en el pecho. Una vida normal, poco arriesgada. Vio por primera vez que quizás ni siquiera habÃa amado realmente. Se le hizo un nudo en la garganta. Pensó que pocas veces se habÃa dado una oportunidad, o le habÃa dado una oportunidad a alguien. Recordaba muchas cosas. En los pocos pasos que dio mientras pensaba en eso, tuvo tiempo de empezar a llorar como nunca lo habÃa hecho. Lloraba por nada y por todo, le dolia demasiado el alma como para evitarlo. Y siguió llorando. Llegó a la puerta de su casa. Sin fuerzas se sentó en la entrada un minuto antes de que el último sol del dÃa iluminara, en el suelo, un papelito gastado. Lo miró. Con la cabeza entre las manos, llorando todavÃa, leyó con dificultad: ¿Será que llegó el otoño?
*Disculpen las molestias por el desajuste estacional. Estamos actualizando el sistema de catarsis.
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