No pienso abandonar acá. De todas formas ya crucé la lÃnea, salà del tablero sin verlo venir.
Lloré, pataleé al principio. No es algo que se acepte asà nomás. Grité, reclamé justicia, perdón, comprensión. Pero todo eso no es más que lo mismo a lo que ya no pertenezco.
Sólo son dados, y yo no tengo cubilete. No me hace falta.
Estoy fuera y me miro: tengo miedo, hace frÃo, está oscuro.
Me veo asÃ, vulnerable a la nada que me rodea. Mientras, de ahà dentro salen risas, carcajadas, y llantos desesperados también. Ahà todo el mundo se entretiene con algo.
Pero yo ya salÃ, no puedo volver a entrar, ni quiero. Prefiero ésto.
Este silencio zumbante, este despertar frÃo y agridulce, que parece ir cambiando de tonalidad allá a lo lejos. ¿Dónde es allá? ¿Dónde es lejos? No existe.
Sé que en esta infinita oscuridad luminosa, en este flotar el vacÃo, hay más partes de lo mismo que saben lo que yo sé. Saben que no sabemos, sólo somos.
Y ya no grito, no pataleo. Mi llanto se ha vuelto silencioso.
En silencio espero que flote mi consciencia hasta la luz. Porque la luz existe, lo prueba la oscuridad. Y el calor existe, el frÃo lo demuestra. Tu existes. Lo demuestro yo, y tu no-presencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario